Hay días en los que el espíritu de un nuevo optimismo puebla las paredes del ser intranquilo; hay días en los que todo parece ir bien; hay días donde su sonrisa es lo único que importa; hay días en los que la necesidad de sentir algo real se vuelve tan irreal que desaparece; hay días en los que los pequeñísimos segundos aquellos son eternos; hay días donde todo parece tan lejano y todo adquiere un precioso tono verde agua; días eternos, sonrisas y risitas cómplices sin complot tácito; hay días, si.
Pero hay días donde no ocurre nada de lo anterior, y es entonces cuando la inmortalidad de la memoria vuelve a su traicionera guarida acechando cada instante de felicidad, cada pequeño destello de vida.
Hay días y días de mierda. Hoy fue uno de aquellos
2 comentarios:
(Cada vez que nos dan clases de
amnesia)
En el fondo el olvido es un gran
simulacro
nadie sabe ni puede -aunque quiera- olvidar.
Queda una hora, diez minutos.
Sólo quiero decirte que quizás mañana sea mejor, y la amnesia se vea más difusa.
te quiero.
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